Siempre en los libros,
en los diarios íntimos,
señalando la página
donde un recuerdo atrapado
conjura al tiempo detenido.
El pétalo entre mis dedos
es como el recuerdo: quebradizo.
No huele a rosas,
huele a libro viejo.
Cierro mis ojos, y entonces sí:
Siento el perfume intacto...
y soy de nuevo
el que fui.
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