jueves, junio 28, 2012

ANTES DE LA GUERRA


El pequeño  Iván, de once años, se había vuelto evitativo y temeroso. Cada vez  más niños en la ciudad habían empezado de repente a mostrar los mismos síntomas, Dejaron de jugar, se encerraban, estaban irritables, paranoicos, ansiosos... Los malos sueños los perseguían y no dejaban de preguntar a sus padres si morirían. 

Cuando me acerqué a él me miró desconfiado. Estaba resistente, él sabía que no podía hablar de todo eso, y respondía angustiado y mecánicamente:
—no es nada; no pasaba nada—. Le dije mirándolo fijo y tratando de infundir confianza: 
—Iván, a mi también me persiguen visiones, las mías son con autos, casas, y personas quemados, yo también veo esas cosas. —Iván suspiró. Se veía confuso. Pensaba que sólo a él le sucedía. Le dije: 
—Hagamos un trato: yo te cuento mis imágenes y vos me contás las tuyas. —Suspiró aliviado y comenzó a relatar: 

—Es como si soñara, pero estoy despierto. Quiero que se vayan esas imágenes y no sé como hacerlo. Me siguen, no me dejan en paz, me retan en clase porque estoy distraído.   Y me doy cuenta de que a otros dos chicos de la clase les pasa lo mismo, aunque nunca hablamos. A veces no quiero dormir porque sé que soñaré algo horrible. 
—Cuéntame más Iván, cuéntame qué ves.
—Todo el mundo está enojado. No sé por qué motivo. Todos se pelean. Hermanos que se alejan, se pelean, amigos que no vuelven a verse, familias que se rompen. Hombres en contra de otros hombres. Se ven como enemigos. Ya nadie ve personas, sólo enemigos, se olvidan que antes se amaban. 

Como si fuera una guerra. Hay una voz incitando al odio y a la violencia Quiere venganza, está furiosa, quiere destruirlo todo; está ciega de ira. En los corazones de quienes escuchan la voz sólo hay resentimiento, sólo destrucción. El dolor y la frustración los enloqueció. La voz les dice que es necesaria la pelea, y que tienen derecho a tomar lo que quieran. Simplemente si lo quieren, tomarlo, para que haya justicia. Sus seguidores quieren apoderarse de todo lo que no tienen, nivelar las cosas, pues nunca han tenido lo que desean, y muchos de ellos no han tenido lo mínimo. Aunque haya que matar, y destruir al quien lo tiene, que es el enemigo. 

Veo una pelea terrible y de muchos días. Casas ardiendo, edificios enteros ardiendo, autos y personas. Algunos dan palazos a los autos que pasan en las avenidas, tiran cosas desde los edificios para lastimar a la gente. Arrojan piedras desde los puentes a los autos que pasan. Viene el hambre, viene el miedo. viene la oscuridad. 

Falta la energía, el gas, la nafta. La ciudad se oscurece, es como una película horrible de zombis —me cuenta Iván aterrado, y le pongo mi mano en su hombro para que siga sacando ese horror de su cabecita. 

—La gente herida busca a la policía, pero no están. No hay policías. No hay ley. Nadie que proteja a la ciudad. Nadie para defender a las personas. Algunos se encierran, otros se alejan y otros salen a matar enojados a cuantos puedan. Muchos, resentidos por el dolor de no tener, atacarán todo lo que no les quisieron dar.  


Sonó mi celular. Era Iván. me dijo: 
—Mis padres salieron ayer a la mañana y no regresaron. No sé que hacer. —Casi anochecía, y había estado de sitio. Tomé el riesgo y pro fortuna pude ir a buscarlo sin ser visto. Me quedé junto a él toda la noche. Al día siguiente lo envié con unos amigos en el extranjero que cuidarían muy bien de él. 

Iván ni siquiera lloró. Todo era extraño... Sin embargo se lo veía liberado. Quizás lo que sabía que iba a suceder al fin sucedió, y ahora estaba libre de todas esas imágenes. Por primera vez en mucho tiempo ya no tenía miedo de ir a dormir. Ahora todo comenzaba de nuevo.  
Todos Juntos (canción)