martes, septiembre 07, 2021
Bloqueo del escritor
viernes, enero 01, 2021
Gea
De los cuatro mundos solo quedaban tres. Incluso se dudaba de que las criaturas de éter, vulgarmente llamados de aire, hubieran tenido alguna vez su propio hogar. El mundo etérico era hoy un mito. Se decía que su patria se había diseminado por todo el universo por lo cual eran capaces de habitar donde quisieran. Eso no era un problema ya que, en ese rincón del cielo, los silfos —así se llaman— cohabitaban los mundos Tierra y Agua y no sabemos si también eran capaces de alterar su forma y habitar el mundo Fuego.
miércoles, diciembre 16, 2020
Esperando tu abrazo
Clotilde supo andar la vida entera con la frente bien alta. Así se lo enseñó su madre: Nunca te inclines ante nadie. Por supuesto que honró aquel mandato de quien se había sobrepuesto a las humillaciones pueblerinas por ser madre soltera. Desde pequeña, Clotilde había sorteado todo tipo de bromas humillantes, como por ejemplo: Llega le día del padre, más vale que compres muchos regalos ya que no sabes quién de todo el pueblo es el agraciado. Las piedras, lejos de dañarla la endurecían más.
El tiempo pasó y la vida quiso cambiar las cosas, la artrosis fue doblegando el mandato de la frente alta. A sus ochenta y dos años ya sólo miraba al suelo. Descubrió que allí abajo había todo un mundo de objetos que nadie veía, y se dedicó a explorarlos con entusiasmo infantil. Concluyó que eso de “andar con la frente alta” te ciega muchas interesantes cosas que se cruzan en tu camino. Bajar la frente le significó recibir regalos como monedas, una libreta de bellas anotaciones de una escritora, anillos, billetes de todas las denominaciones… etc. Lo cierto es que hallaba toda suerte de objetos, algunos desagradables, y no siempre valía la pena arriesgar su cadera agachándose.
Esta vez unas llaves brillantes la motivaron a pedir ayuda: “Joven, disculpe: ¿por favor puede alcanzarme esas llaves?, las dejé caer sin darme cuenta”. El muchacho, diligente, se las alcanzó. Estaban frías. Al tocarlas tuvo un déjà vu. Se sentó en un banco y emocionada hurgó la enorme bolsa por sus lentes. Dos de ellas eran ordinarias pero la tercera, era igual a la llave de la casilla de correo de su madre. Habían tenido que mudarse muchas veces debido al maltrato de sus vecinos, así que tenían una casilla de correo. Miró con atención esa llave tan semejante a la que tantas veces usó para buscar las cartas y su viejo corazón se aceleró al ver el número marcado a cincel en la llave: "769": el mismo número de la casilla de su madre.
Estaba tan emocionada que su temblor hacía imposible acertar la llave en la muesca. La gente iba y venía, nadie reparaba en ella, todos corrían veloces como los veinte años que pasaron desde que había abierto esa puertecita por última vez. La llave entró en la ranura y giró un cuarto de vuelta. Luego se atoró. Demasiado tiempo sin usarla…pensó. Con las dos manos volvió a intentarlo, pero la artrosis no le daba tregua.
¡Joven! Por favor, ¿me ayudaría con esta bendita llave?
Una sola carta, amarillenta, dormía resignada en el fondo del pequeño cubículo. Clotilde se estremeció de arriba abajo cuando la vio entre sus manos. Con letra dibujada decía: “Clotilde Fermina Galante Lopez”. Tembló al punto que sus piernas no pudieron mantenerla en pie, pero afortunadamente el muchacho aún estaba allí, y la sostuvo para luego ayudarle a llegar hasta los asientos de plástico azul.
¿Galante...? ¿Cómo que Galante...?
Sólo una persona, además de su madre (quien jamás lo había mencionado), podía al fin revelarle su primer apellido. Abrazó la carta contra su rostro, la tinta empezó a correrse por la humedad. Su alma se llenó de tibieza y sintió que a sus ochenta y dos años recibía por primera vez ese abrazo que tantas noches y tantas mañanas había soñado.
jueves, junio 01, 2017
Extrañando su mirada...
Todo eso había terminado. Sin la menor sombra de duda; y eran prueba de ello su celular apagado cada noche y cada mañana. La ausencia de palabras cariñosas en los poquísimos mensajes que recibía cuando estaban lejos. Ya no había espacio para ella, ni al despertar ni al ir a dormir. Y sintió que, junto con eso, su vida vacilaba, como el pabilo de una vela que se aferra a la última gota de cera antes de extinguirse, Mel pensaba que Pablo era el único combustible que la mantenía brillando.
miércoles, octubre 19, 2016
Como si nada
si supieras
que volteaste cada rincón de la tierra
y los infiernos en busca
de alguien que pudiera descifrarte.
Y un día, como si nada, infantiles, ingenuos
unos ojos café y una sonrisa brillante
te dijeran:
"Hace ya casi diez años
que te miro, y que no pierdo
movimiento ni suspiro
por muy grande o por pequeño
que parezca;
Estoy atento a tu paso,
tomo el aire que abandonas,
huelo el perfume de tu alma
y no pierdo una sola
de tus palabras."
"Hace ya casi diez años
que lloro maravillado
en desvelo
al ver tu brillo y tu fuerza
abatir puertas de calabozos,
donde lloran sus terrores
almas en pena "
y ¿Qué pasaría?
si dijera:
que alguien te quebraba
yo lloraba junto a vos,
en presencia o en distancia,
y cada vez
que la oscuridad
te acorralaba
buscaba cómo estar cerca
para encender una luz
que te guiara"
¿Qué pasaría? si
sabiendo ya que tu vida
no es la misma,
que no hay retorno a la ausencia,
se te quedara mirando
sereno, simple, feliz
abrazando su guitarra,
volando después, gorrión
flotando por la mañana,
sin poder disimular
que el sol salió para verlo
y que él se quedó como si nada.
lunes, marzo 30, 2015
La gran maestra
Cuando llegué permaneció inmóvil frente a la mesa. Ni siquiera giró su mirada para saludarme. Pude vislumbrar no más de un par de centímetros de su mentón perfecto tras la capucha. No alcancé a divisar sus ojos, pero sabía con todo mi cuerpo que estaba siendo observado. No se trataba de una mirada ordinaria: ella atravesaba terciopelo, piel, carne, huesos... hurgaba cada resquicio en mí. Me sentía más que desnudo.
Retiró con suavidad su capucha con un movimiento agónicamente lento y seductor. Sus dedos largos no eran huesos secos. Eran como tallos de flores cubiertos por una piel blanquísima sumamente femenina.
En ese instante vi toda la existencia. Pero no vi, como suelen decir algunos, que cuando vas a morir ves toda tu vida desfilar ante tus ojos, no, no, no; ¡nada de eso!
Todo lo que es, y lo que no es, todo lo que espera para ser, todo lo que ha sido...
Todo y todos, siendo parte de algo increíblemente perfecto, coherente y complejo.
Cada pieza con precisión infinitesimal, deliciosamente tallada y en su sitio conformando la gigantesca maquinaria-milagro.
En mi visión, todo lo que nacía se concentraba en diversos puntos, y lo que moría se dispersaba en el espacio y tiempo... Todo estaba allí; vivo, en movimiento de expansión-contracción. Todo estaba dentro de esa mirada sin límites.
Fue abrumador, creí que enloquecería. Mi mente insignificante no podía procesar semejante enjambre de orbes. Mientras veía ese revoltijo de sonrisas, huesos rotos, ataúdes, abrazos, explosiones atómicas, nacimientos, y una multitud de madres dando de mamar al universo. Una vasta paz me fue llenando, y se hizo carne la sensación de lo que me dijo una vez una anciana en el bosque: "nada sobra y nada falta" todo está en perfecta armonía.
Se arropó un poco como si tuviera frío, un gesto de humana fragilidad, sumamente femenino y hermoso que disipó mi miedo. Entonces mirándome ahora con unos bellos ojos café, me dijo:
Aunque te prometan vivir más, ser más que otros, tener muchas cosas, nadie puede quitarte tu condición humana: Ni el poder, ni el dinero, ni el éxito te salvarán; sólo yo puedo hacer eso y, de hecho, lo hice varias veces y lo haré hasta que sea tu hora.
Pero, mi querido hombre pequeño, aún hay mucho espacio en tu mochila, aún no estás completo, no te has ganado tu libertad.
No puedo negar que sentí cierta decepción cuando dijo que no estaba aún a su altura...
.
domingo, marzo 08, 2015
Día Internacional de la Mujer
Así que empezaré por blanquear algunas realidades personales:
Me dio a luz una mujer -obvio- mi madre. Elena. Me cuidó durante mis primeros años, y fue ayudada por otra mujer: mi abuela (Rosa) quien además me alimentó y cuidó toda mi infancia y mi adolescencia- Lavó mi ropa, tendió mi cama, me llevó al médico, todo para que yo pudiera crecer y hacer la primaria donde alrededor de 20 mujeres y sólo dos hombres me enseñaron muchísimas cosas. Hice la secundaria. Estudié inglés, y, como mis padres se habían separado no tenía dinero para terminar mis estudios y rendir los exámenes, entonces otra mujer me ayudó, mi profesora de Inglés (Graciela) me becó y fue más allá: pagó de su bolsillo mis derechos de examen, aprobé y conseguí trabajo unos meses después gracias al diploma que tenía, pero aunque con mi primer sueldo le devolví el dinero, nunca podré pagarle lo que hizo.
Entonces empecé mi primera terapia con otra mujer, (Fanny) terminé mis estudios interrumpidos con su apoyo. Otra mujer (Julia) mi segunda terapeuta me enseñó a compartir (me) con otros, a vivir en pareja, a relacionarme y descubrí mi verdadera vocación (psicología). Ingresé a la Universidad donde el 85 % de mis docentes fueron mujeres. Luego otra mujer (Gogó) me ayudó a abrir mi cabeza y mis brazos, a confiar en los demás, y, sobre todo, a creer en mis talentos. Después otra mujer (Mónica) me enseñó cómo ser psicólogo, compartió sin reservas su conocimiento y me dio un lugar como profesional. Marta, otra colega me ayudó a rescatar mi amor por la docencia y por la escritura. Luego, Otra mujer, Tiiu, me enseñó a dejar que mi alma me asista como terapeuta y me apoyó para publicar mi primer libro...
Durante todo este recorrido muchas otras mujeres me acompañaron, apoyaron, acogieron, sostuvieron, mimaron, ayudaron, nutrieron, orientaron, rescataron...
Todo lo que soy es obra conjunta mía y de estas mujeres, que generosa y amorosamente me dieron más de lo que podría yo devolver en diez vidas. Y hoy, que es el día Internacional de la mujer, con toda humildad, me siento el testimonio vivo de la grandeza de ellas.
Guillermo Daniel Leone
8 de marzo.
viernes, marzo 14, 2014
La espera
Entramos a una enorme habitación; sin paredes ni techo. El piso era la pura tierra y algunos pastizales. Cada pared debía tener kilómetros de largo. Lo único que había en la habitación era una enorme cantidad de sillas, como esas de los viejos bares de Corrientes. Todas vacías, al menos, esa fue mi primera sensación.
Fueron pasando las horas y, conforme iba anocheciendo, comencé a divisar que, en realidad, las sillas no estaban vacías: en cada una reposaba un alma. Así es: almas sentadas, pero, ¿qué esperarían? Pasé horas atento al infinitesimal movimiento que pudiese ser notado, observé hasta el agotamiento esa quietud exasperante tan propia de las almas. Se deslizaron los días sin que lo notara. Una resignada paciencia espiritual hechizaba al tiempo detenido, y, sin duda, fascinaba a mi incomprensión.
Finalmente, no sé cuántos meses habrían pasado, alguien más entró a la sala. No era un alma, era humano. Lo supe porque traía toda su carne a cuestas. ¡Podía olerse! Anduvo horas, tal vez días enteros entre las sillas. Iba y venía estudiándolas, mientras, las almas, inertes a su presencia, seguían absortas en la nada.
Finalmente, ¡Gracias a Dios! se detuvo frente a una de ellas. Miró fijamente a esa suerte de masa de gases espirituales que, a su vez, empezó a cobrar substancia en el preciso momento de ser observada. Se irguió. Súbitamente y, sin que mediara una sola palabra, se abrazaron. Varios minutos, acaso horas, o a lo mejor un día entero...
Supe al fin que, lo que las almas malheridas esperaban era ese abrazo que las devolvería a la inmensidad.
viernes, noviembre 22, 2013
Entropía
Miro el reloj y me doy cuenta
que algo de cada uno se incrustó en el otro.
apenas si lloré unas pocas veces
recostado en tu ausencia.
¡Cuán silenciosa es la labor de la entropía!
hacia un sueño
que ya no suspira.
miércoles, julio 31, 2013
Fabricantes de prisiones
martes, abril 30, 2013
Adiós
que me amaras.
Pero hoy, dejé que el tren se fuera
y con una sonrisa,
simplemente lo miré alejarse.
viernes, diciembre 21, 2012
Sueño: 21: 12: 2012
Sueño 526: 21: 12: 2012
Vi su forma en el corredor. Pensé que soñaba y parpadeé muchas veces.
Seguía allí.
Me dijo: "El hombre es el Lobo del hombre..."
Eso ya lo dijo Hobbes!!
Escuché la frase muchas veces,
pero nunca la había visto plasmada tan categóricamente como hoy la veo.
Nuestra siembra se torna nuestra compañía eterna
es nuestro inseparable sabueso...
Recordé la frase de la querida escritora Raosse Göemz 1912-1994
"nadie debería tomar más de lo que necesita,
pues quien se apropia de más de lo necesario
en algún lugar deja a alguien más sin nada."
Ese es el gran equilibrio.
viernes, noviembre 16, 2012
Las dos Caras...
Luego pasaron muchos años oscuros y llegó el sueño que todos siempre soñamos. Un lugar para los excluidos, una mirada para los ignorados, un apoyo para los desposeídos, un mundo que por fin parecía dar un giro en dirección hacia la equidad, aunque aún le quedaban millones de kilómetros por recorrer.
Nada puede ser más duro de aceptar que el sueño que creíste alcanzado se derrumba, que sus cimientos no son lo bastante fuertes como para defenderse por sí mismo y que las peleas son más importantes. Todos tenemos derecho a soñar un mundo mejor y a pelear por él. Todos queremos, más que nada, creer. Y no creemos en lo que nos dicen, no creemos en lo que vemos, creemos en aquello que necesitamos creer, porque, de verdad, necesitamos creer, al menos esta vez.
—¡Es que es obsceno lo que están haciendo!, tengo que diferenciarme, le dije, ¡Tengo que ser mejor que ellos! ¡No puedo quedarme de brazos cruzados!
—Bajé la mirada. Me sentí descubierto. Se percató de mi vergüenza. Continuó con tono gentil:
—Como todo en la vida, también hay algo bueno en esto: nadie absolutamente (no importa lo que te hayan dicho) NADIE es ni jamás será mejor que tu. Somos únicos...
Hijo, por favor, no pierdas eso.
miércoles, julio 25, 2012
CICLOS
Estás contento porque aún ignoras,
que de nuevo entraste al mismo ciclo.
El ciclo que te dejará exactamente en el mismo lugar,
sólo que más cansado, más vacío y mas viejo;
pero estás contento,
porque te fuerzas a olvidar
porque sabes que cuando empiezas todo reluce.
Tu entusiasmo de plástico,
tu entusiasmo elástico
se va resecando poco a poco
y de pronto un día se corta.
Los cuerpos lindos se tornan rutinarios caminos,
paseos vacíos de domingo.
Resecos cadáveres.
Y de nuevo vas cayendo a tu agujero,
rayando las paredes con tus dedos
que no te detienen.
Tratas de morder las nubes para sostenerte
nada. y cuando llegues abajo,
de nuevo
buscarás algo.
jueves, junio 28, 2012
ANTES DE LA GUERRA
El pequeño Iván, de once años, se había vuelto evitativo y temeroso. Cada vez más niños en la ciudad habían empezado de repente a mostrar los mismos síntomas, Dejaron de jugar, se encerraban, estaban irritables, paranoicos, ansiosos... Los malos sueños los perseguían y no dejaban de preguntar a sus padres si morirían.
Cuando me acerqué a él me miró desconfiado. Estaba resistente, él sabía que no podía hablar de todo eso, y respondía angustiado y mecánicamente:
—no es nada; no pasaba nada—. Le dije mirándolo fijo y tratando de infundir confianza:
—Iván, a mi también me persiguen visiones, las mías son con autos, casas, y personas quemados, yo también veo esas cosas. —Iván suspiró. Se veía confuso. Pensaba que sólo a él le sucedía. Le dije:
—Hagamos un trato: yo te cuento mis imágenes y vos me contás las tuyas. —Suspiró aliviado y comenzó a relatar:
—Es como si soñara, pero estoy despierto. Quiero que se vayan esas imágenes y no sé como hacerlo. Me siguen, no me dejan en paz, me retan en clase porque estoy distraído. Y me doy cuenta de que a otros dos chicos de la clase les pasa lo mismo, aunque nunca hablamos. A veces no quiero dormir porque sé que soñaré algo horrible.
—Cuéntame más Iván, cuéntame qué ves.
—Todo el mundo está enojado. No sé por qué motivo. Todos se pelean. Hermanos que se alejan, se pelean, amigos que no vuelven a verse, familias que se rompen. Hombres en contra de otros hombres. Se ven como enemigos. Ya nadie ve personas, sólo enemigos, se olvidan que antes se amaban.
Como si fuera una guerra. Hay una voz incitando al odio y a la violencia Quiere venganza, está furiosa, quiere destruirlo todo; está ciega de ira. En los corazones de quienes escuchan la voz sólo hay resentimiento, sólo destrucción. El dolor y la frustración los enloqueció. La voz les dice que es necesaria la pelea, y que tienen derecho a tomar lo que quieran. Simplemente si lo quieren, tomarlo, para que haya justicia. Sus seguidores quieren apoderarse de todo lo que no tienen, nivelar las cosas, pues nunca han tenido lo que desean, y muchos de ellos no han tenido lo mínimo. Aunque haya que matar, y destruir al quien lo tiene, que es el enemigo.
Veo una pelea terrible y de muchos días. Casas ardiendo, edificios enteros ardiendo, autos y personas. Algunos dan palazos a los autos que pasan en las avenidas, tiran cosas desde los edificios para lastimar a la gente. Arrojan piedras desde los puentes a los autos que pasan. Viene el hambre, viene el miedo. viene la oscuridad.
Falta la energía, el gas, la nafta. La ciudad se oscurece, es como una película horrible de zombis —me cuenta Iván aterrado, y le pongo mi mano en su hombro para que siga sacando ese horror de su cabecita.
—La gente herida busca a la policía, pero no están. No hay policías. No hay ley. Nadie que proteja a la ciudad. Nadie para defender a las personas. Algunos se encierran, otros se alejan y otros salen a matar enojados a cuantos puedan. Muchos, resentidos por el dolor de no tener, atacarán todo lo que no les quisieron dar.
Sonó mi celular. Era Iván. me dijo:
Iván ni siquiera lloró. Todo era extraño... Sin embargo se lo veía liberado. Quizás lo que sabía que iba a suceder al fin sucedió, y ahora estaba libre de todas esas imágenes. Por primera vez en mucho tiempo ya no tenía miedo de ir a dormir. Ahora todo comenzaba de nuevo.
jueves, mayo 10, 2012
FINAL
Inmediatamente después de oír de su boca
qué habría de llevar.
No habría retorno.
el pequeño cofre
que habían comprado juntos
lunes, enero 23, 2012
SUEÑOS COLECTIVOS
El pueblo de Raghi, los Mihab, vivía de modo difícil de comprender desde nuestro punto de vista. Sus vidas transcurrían en un "estado de trance" parecido a lo que nosotros llamamos el sueño REM, es decir la fase del sueño en que “soñamos con imágenes". Ese estado no es fácilmente reversible para ellos como lo es para nosotros. No pueden –ni quieren- despertar cada mañana. Por decirlo de alguna forma, es una civilización de “soñadores”. La parte más importante de nuestras vidas, la vigilia, es para ellos una alteración del funcionamiento natural que es el de trance. Los Mihab necesitan de varios días, para salir del “Sattor” (sueño) y no suele ocurrir más que excepcionalmente. por ejemplo cuando algo sale mal.
Pocos, fuera de su propia especie, pueden ver sus ciudades, y quienes logran acceder andan como sonámbulos. A los ojos de los Mihab somos una especie rudimentaria y tosca, sujeta a emociones muy básicas y violentas. Sin embargo, cuando alguien de nosotros entra por error a sus ciudades tratan de instruirlo, pues esa es la forma de protegerse, educando, enseñando, ayudando a evolucionar a otros.
(CONTINÚA) IR A LA SEGUNDA PARTE