sábado, octubre 28, 2006

OTRA VEZ

La escena se repite
treintaicinco veces treintaicinco...

Es feliz si su compañera tiene un accidente,
y odia ver gente en pareja.
Ella flota en un universo viscoso,
se desplaza moviendo sus pequeñas aletas atrofiadas.

Mira con sus ojos abiertos como cuevas
mira a la gente y escupe cuando no la ven
escupe todo, hasta los crucifijos.

Compra golosinas que devora
mientras se ríe de los pobres
en las comisuras de su boca el rouge corrido
y el marrón del chocolate.

Ella está subida al tren,
hace años que se avalanzó
sobre un asiento y nunca más se bajó.

El tren va y viene, el vagón ya tiene
impregnado su olor;
su risa forzada es la música funcional

¡Que va! ella lo hace por que a ella se lo hicieron!
es la ley: no quiere ser la única,
suficiente motivo para perpetuar la miseria
hasta el fin de los tiempos;
el ineludible teintincincovecestreintaicinco.

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