miércoles, enero 12, 2011

LA VIDA DESPUÉS

­¡Si ya está que se manifieste!
-Sentenció la voz grave de la médium. Inmediatamente comenzó a sacudirse balbuceando cosas sin sentido. Su cara parecía la de una persona con problemas mentales; babeaba emitiendo incoherencias. Se sacudía como si estuviese recibiendo descargas eléctricas. Clara, furiosa, salió repentinamente del lugar mientras la mujer de negro y la asistente insistían en que estaban a punto de lograrlo.

Era la cuarta vez que hacía todo ese circo y nunca consiguió nada. Se dio cuenta de que no podría volver a comunicarse con Iván, que no había forma. Llegó hasta una plaza y se desmoronó en un banco. El rechinar del subibaja avivó aún más su angustia y se reprochó el no haber querido tener un hijo al comienzo: "Si lo hubiésemos hecho cuando nos casamos hoy no estaría tan sola..." Desplegó el periódico, solo para intentar distraerse... "Niño nacido de los óvulos de una mujer muerta dos años antes..."

-¿Doctor Benavidez?, soy Clara de Herrera.
-Ah, si señora, la recuerdo. Supe lo de su marido, lo lamento muchísimo señora.
-Gracias. Lo llamo porque quiero continuar lo que empezamos.
-¿C... Cómo dice? E... está Usted s... segura de lo que dice? (Había pasado un año de la muerte de Iván; el médico ya había descartado las muestras).
-Sí, absolutamente segura.
-Bueno, estem... le parece que tengamos una charla mañana a las nueve?
-Está bien.

Benavidez, preocupado por el estado psicológico de su paciente, insistió en que consultara a un especialista. Clara entendió esto como un prerequisito y aceptó.
-La escucho, señora.
-Es poco lo que tengo para decir. Mi marido murió hace un año y yo pretendo tener un hijo de él. Ya lo habíamos decidido, había algunos problemas y apelamos a la fecundación asistida. Las muestras están congeladas...
-Comprendo... y... ¿qué‚ piensa que su marido desearía en las circunstancias actuales?
-Bueno, he tratado de averiguarlo... pero sin éxito. De todas formas él no está y soy yo quien decide.

Clara siguió viendo al psicólogo, sin embargo nada podía quitarle el deseo de reencontrarse con Iván. Su terapeuta no combatía ese deseo, por el contrario, sostenía que ella necesitaba despedirse. Probaron técnicas de visualización, hipnosis, dramatización... pero ella se exaltaba tanto que perdía las imágenes. Básicamente se negaba a dejarlo ir.

Dos meses después Clara ya no hablaba de inseminarse, pero tampoco elaboraba un nuevo proyecto de vida. El psicólogo le propuso someterse a una experiencia de realidad virtual a fin de evaluar el estado de su proceso de duelo. Se trata de un procedimiento absolutamente revolucionario -le explicó a Clara- está disponible gracias al avance de las computadoras en los últimos años y de las interfaces cerebro-máquina. Clara, sin expectativa alguna, aceptó.

Los scanners analizaron cada detalle de la morfología de Iván a través de las fotos que Clara, por instrucción del psicólogo y del técnico en realidad virtual (RV), había seleccionado cuidadosamente. Unos vídeos y grabaciones de audio mostraron los movimientos, el timbre y tono vocal, el modo en que reforzaba algunos sonidos, las pausas... todo escondía algo de la personalidad del fallecido. En poco más de una hora surgió con siniestra exactitud, un perfil digitalizado de Iván.

-Y dígame una cosa, -preguntó Clara al Dr. y al técnico que comandarían la experiencia- cómo es que se programarán las respuestas que me de la máquina a mis preguntas?
- El sistema asimiló datos de la personalidad de su esposo, y de sus movimientos y gestos. Con los cuestionarios que Ud. respondió más los datos de la historia de él y de la de ambos se trazó un perfil de personalidad. A todo esto se suma la memoria que Ud tiene de su esposo, la cual puede ser consultada por el sistema para recavar datos que precise durante toda la experiencia de RV. Es decir que Ud estará prácticamente interactuando con lo que es su esposo para Ud. Dependiendo de los movimientos que usted haga y de lo que Ud. diga, el sistema aleatoriamente generará respuestas posibles para la personalidad de su marido, o sea que es impredecible lo que pueda suceder, depende de la interacción con Ud. movimientos, pensamientos, palabras, todo.

Al comienzo sólo vio manchas, después árboles, sol, agua... Clara reconoció el lago donde nadaba de pequeña; las mismas montañas, los mismos pájaros... Sus pulmones se llenaron de aquel aire de montaña. Sus ondas cerebrales cruzaron el casco para alcanzar la computadora: "ESTADO EMOCIONAL ADECUADO PARA INICIAR EXPERIENCIA DE REALIDAD VIRTUAL"

Algo la llevó hacia la costa. Tuvo la visión impresionante, nítida de Iván. Una gota de agua rodó por el rostro del hombre, cruzó el pecho hasta el ombligo. Clara detuvo la gota de agua con sus manos; palpó el vientre de Iván. Sintió el contacto con ese cuerpo que conocía tan bien. Su existencia, su vida. Se abrazaron largo rato, sin decir palabra. Lloraron. Luego se besaron apasionadamente sabiendo que quizás esa era la última vez. Clara estaba tan inmersa en su estado de consciencia alterada que no podía distinguir en lo más mínimo que se trataba de una experiencia virtual. Lloraban ambos no de tristeza ahora, sino de emoción por estar de nuevo juntos. Clara le iba a contar sobre lo sucedido ese año, e Iván la interrumpió:
-Si, lo sé. Sé del apartamento nuestro, esta bien que lo hayas vendido. Y está muy bien que trates de seguir adelante. Ahora lo de tener un niño... ¿estás segura?
-Clara emocionada sintió que se le quitaba un gran peso, ya no tomaría al decisión sola.
-Sí lo estoy. Ya pensé en las consecuencias pero quiero hacerlo. Es la única esperanza que me dio fuerzas para seguir viva.
-Bien. si estás segura, entonces ¡que así sea! yo apoyo en todo tu decisión de hoy y también aquellas que debas tomar a lo largo de la vida de nuestro hijo. Yo estoy como siempre a tu lado. apoyándote, porque siempre serás mi gran amor. Se abrazaron y lloraron nuevamente temblando de emoción sabiendo que ahora nadie los podría separar. Se acariciaron e hicieron el amor, fue una de las veces mas intensas, más emotivas. No se preguntaban si podrían volver a verse, sabían que posiblemente no, pero ese momento fue vivido al máximo, con todo el ser de cada uno de ellos. El peso de Iván sobre el cuerpo de Clara era distinto y sin embargo igual... Se cobijaron, se alimentaron. Iván miró por última vez esos ojos tiernos, hasta verlos exhaustos, mientras él se vaciaba dentro de ella en un llanto profundo y tibio.

El Dr. Benavidez no tuvo coraje para decirle la verdad, optó por dejar que las cosas se fueran dando solas. Pero Clara salió más decidida que nunca a implantarse el óvulo fecundado con el esperma de Iván. Entonces, al Dr. se le ocurrió una gran idea: implantaría un embrión ajeno, uno débil, que no sobreviviría. Ella pensaría que fue un aborto espontáneo; después le diría que ya no quedaba material. Clara tendría que resignarse. Le dio un tratamiento de hormonas para prepararla y fijaron fecha para el implante el mes siguiente. No pudo hacerse. Estaba embarazada.