Decidió empezar el año rodeado de nuevos amigos, fue por eso que, con sus manos pequeñas, comenzó a arrojarlos uno a uno por el balcón del sexto piso.
El policía que estaba controlando el tránsito justo debajo del balcón se inquietó. Primero fue un osito, luego un dinosaurio de peluche, y finalmente una especie de tortuga. Frente a la evidencia, el oficial, sumido en la mayor de las perplejidades, intentó identificar al responsable. Miró hacia lo alto largo rato pero no lo consiguió, así que se dedicó a salvaguardar la propiedad privada, es decir, salvar a los peluches comenzó a empujarlos con el pie a un rincón cerca de la puerta de entrada del edificio.
Imagen increíble: un policía cuidando los peluches... (iría a pedir un rescate a cambio de ellos?)
Los niños son expeditivos, no cabe duda. Estoy pensando hacer lo mismo con algunos de mis amigos…
No hay comentarios.:
Publicar un comentario